Recursos pobres
"Yo no le niego la mano a nadie"...entonces estiré la mano y contesté: -Yo tampoco.
Fue en ese momento en el que sabía que cualquier memez que me dijese me importaría muy poco, el dinero estaba ya guardado.
Podía haber dicho mil cosas, podía haberlo denunciado, podía reclamar aún más dinero; pero no lo hice por una simple razón: No valía la pena.
Pablo Silva es un individuo de Ourense que se dedica a intentar sacar su grupo de teatro a la luz de cuatro incautos que se ríen de él. Ya se que las instituciones públicas tipo diputaciones o ayuntamientos no se caracterizan por su puntualidad en los pagos, pero eso no quita que dicho individuo no cumpliese su palabra, no pagase a sus actores y sobre todo, no se comportase con civismo y educación.
"-Sois unos putos niñatos! (gritaba al teléfono) "Si ,tu, eres un puto niñato"...(yo flipando)...
En marzo del 2004 empezaba una segunda gira con un montash teatral para críos, un contrato con la Diputación de Ourense, la cifra por actuación era muy tentadora, así que decidí aceptar, por segunda vez iba a trabajar en teatro con Dn Pablo Silva, yo tenía muy claro que lo que me movía no era ni él, ni la obra que estaba muy quemada.
La razón por la que acepté fue económica.
La gira acabó y el tiempo pasó, lo prometido se hacía esperar.
" Tú mándame un recibí conforme el dinero está ingresado que ya luego yo te lo ingreso" (Yo siempre pensé que era al revés, yo no podía firmar un papel que no era cierto, corría el reisgo de no cobrar nunca)
Esta misma mañana me fui a Ourense, quedamos a la una y media en el restaurante que hay debajo de su casa, el muy cabrón se hizo esperar, a mi me importaba muy poco, yo no quería discutir, no quería saber nada de él y de su rollo barato, de camino a Ourense comentaba que seguro que llebava ensayando ese momento días! Como actor chungo que es...
-Hola Iván.
-Hola
(...)
(Cojí mi agua y le señalé una mesa)
Se sentó y se dedicó a contemplar su trozo de tortilla como si en él estuviesen los piés de su monólogo rancio...Como si se estuviese preparando para dar un discurso.
-Tu dirás. (dije)
-No hay nada que decir.
Sacó un papel, era el recibí, me dió el bolígrafo y firmé.
Le devolví solo el bolígrafo. Mientras tanto, yo, hacía ademanes de prisa y de poco interés...
Dijo el número de la cantidad y la soltó al lado de su pincho de tortilla.
Ese era el momento perfecto para abrirme y no verlo nunca más.
"No me arrepiento de nada (decía) tengo la conciencia muy tranquila"...Recuerdo que fumaba con prisa, cómo si alguien le estuviese esperando.
Decidí levantarme y dirijirme a la salida...su cara parecía un trozo de mantequilla al baño maría...Ya en la puerta, suspiré con alivió y dijo con su voz y gesto de teatreiro acabado de treita y tantos en paro, con sus aires de pijo de izquierdas, con su dentadura de otoño:
-Yo no le niego la mano a nadie. (qué hijo de puta, fue tan falso!)
-Yo tampoco.(y le devolví su saco de mierda, su saludo)
(...)
La sensación de dejar a un cínico, de llevar lo que era mío, de cerrar porfín una relación agonizante, de no volver a ver nunca más su cara fue cojonuda.
Ahora borro su teléfono de mi móvil, me haré alguna compra y trataré de que no me vuelva a pasar.
No volveré a hacer teatro, sobre todo a ese nivel, me dedicaré a sentarme en el patio de butacas y a disfrutar...
El dinero ha podrido una de las ilusiones que tenía de cunado era pequeño.
Pablo: No te deseo nada malo, tampoco te deseo nada bueno, simplemente no te deseo nada.
Fue en ese momento en el que sabía que cualquier memez que me dijese me importaría muy poco, el dinero estaba ya guardado.
Podía haber dicho mil cosas, podía haberlo denunciado, podía reclamar aún más dinero; pero no lo hice por una simple razón: No valía la pena.
Pablo Silva es un individuo de Ourense que se dedica a intentar sacar su grupo de teatro a la luz de cuatro incautos que se ríen de él. Ya se que las instituciones públicas tipo diputaciones o ayuntamientos no se caracterizan por su puntualidad en los pagos, pero eso no quita que dicho individuo no cumpliese su palabra, no pagase a sus actores y sobre todo, no se comportase con civismo y educación.
"-Sois unos putos niñatos! (gritaba al teléfono) "Si ,tu, eres un puto niñato"...(yo flipando)...
En marzo del 2004 empezaba una segunda gira con un montash teatral para críos, un contrato con la Diputación de Ourense, la cifra por actuación era muy tentadora, así que decidí aceptar, por segunda vez iba a trabajar en teatro con Dn Pablo Silva, yo tenía muy claro que lo que me movía no era ni él, ni la obra que estaba muy quemada.
La razón por la que acepté fue económica.
La gira acabó y el tiempo pasó, lo prometido se hacía esperar.
" Tú mándame un recibí conforme el dinero está ingresado que ya luego yo te lo ingreso" (Yo siempre pensé que era al revés, yo no podía firmar un papel que no era cierto, corría el reisgo de no cobrar nunca)
Esta misma mañana me fui a Ourense, quedamos a la una y media en el restaurante que hay debajo de su casa, el muy cabrón se hizo esperar, a mi me importaba muy poco, yo no quería discutir, no quería saber nada de él y de su rollo barato, de camino a Ourense comentaba que seguro que llebava ensayando ese momento días! Como actor chungo que es...
-Hola Iván.
-Hola
(...)
(Cojí mi agua y le señalé una mesa)
Se sentó y se dedicó a contemplar su trozo de tortilla como si en él estuviesen los piés de su monólogo rancio...Como si se estuviese preparando para dar un discurso.
-Tu dirás. (dije)
-No hay nada que decir.
Sacó un papel, era el recibí, me dió el bolígrafo y firmé.
Le devolví solo el bolígrafo. Mientras tanto, yo, hacía ademanes de prisa y de poco interés...
Dijo el número de la cantidad y la soltó al lado de su pincho de tortilla.
Ese era el momento perfecto para abrirme y no verlo nunca más.
"No me arrepiento de nada (decía) tengo la conciencia muy tranquila"...Recuerdo que fumaba con prisa, cómo si alguien le estuviese esperando.
Decidí levantarme y dirijirme a la salida...su cara parecía un trozo de mantequilla al baño maría...Ya en la puerta, suspiré con alivió y dijo con su voz y gesto de teatreiro acabado de treita y tantos en paro, con sus aires de pijo de izquierdas, con su dentadura de otoño:
-Yo no le niego la mano a nadie. (qué hijo de puta, fue tan falso!)
-Yo tampoco.(y le devolví su saco de mierda, su saludo)
(...)
La sensación de dejar a un cínico, de llevar lo que era mío, de cerrar porfín una relación agonizante, de no volver a ver nunca más su cara fue cojonuda.
Ahora borro su teléfono de mi móvil, me haré alguna compra y trataré de que no me vuelva a pasar.
No volveré a hacer teatro, sobre todo a ese nivel, me dedicaré a sentarme en el patio de butacas y a disfrutar...
El dinero ha podrido una de las ilusiones que tenía de cunado era pequeño.
Pablo: No te deseo nada malo, tampoco te deseo nada bueno, simplemente no te deseo nada.